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La ONU propone el aborto libre para acabar con la pobreza
La presión de asociaciones pro abortistas consigue apartar al Vaticano y grupos afines de las negociaciones

Un polémico informe del Fondo de Población de la ONU ha reabierto la brecha existente entre los grupos presentes en las mesas de debate del organismo, que amenaza con convertirse en hecatombe si no se permite a los pro vida entrar a negociar

Sara Martín




Madrid- Preservativos, píldoras para el control de la natalidad, DIU's y un aspirador manual para abortos por succión. Este es el «kit de salud reproductiva» que el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) distribuyó a cerca de cuarenta mil personas en 1999 en los campos de refugiados de Kosovo. Mientras tanto, decenas de médicos que trabajaban allí denunciaron la falta de aparatos de rayos X, ecógrafos, vendas, suero, medicamentos, tensiómetros e incluso alimentos. Y sin embargo, tenían «todo lo que se necesita para el control de los nacimientos, esterilizaciones y abortos». Por eso, no es de extrañar que el UNFPA fuera denunciado por imponer sus «derechos reproductivos» allí por donde pisan.
   Aun así, el último informe publicado hace dos semanas por este organismo, titulado «Reducir la pobreza y lograr las metas de desarrollo del Milenio: argumentos para invertir en salud y derechos reproductivos», ha levantado las iras de los cientos de grupos apodados pro vida que trabajan diariamente en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Y es que, para quien no lo sepa, el UNFPA es una agencia de cooperación internacional dependiente de la ONU que defiende el derecho –tal y como cita su página web (www.unfpa.org)– a que «todo embarazo sea deseado», entre otras cosas.
   
Solución. El polémico informe argumenta que la «salud reproductiva» es necesaria para erradicar la pobreza y el hambre, para combatir el sida, y también para garantizar un crecimiento sostenible a través de la estabilización del crecimiento de la población. «En el argot de trabajo de la ONU, este término incluye siempre el aborto», subraya Austin Ruse, presidente de C-Fam (Catholic Family & Human Rights Institute), una organización sin ánimo de lucro que atiende las necesidades de ONG y de misiones o delegados de Naciones Unidas. El documento también sostiene que esta «solución» puede acabar con la mortalidad infantil –«Cierto, matar al no-nacido reducirá la mortalidad infantil», ironiza Ruse–, amén de elevar el nivel educativo en los países menos desarrollados del Tercer Mundo.
   Y es que el aborto –ahora más generosamente llamado «salud reproductiva»– es la bomba de relojería que hace crispar permanentemente los ánimos –y los acuerdos– entre unos grupos y otros en todas las mesas de debate. A finales de junio se celebraron las reuniones previas en las que se negocian los puntos a tratar en la próxima Asamblea General que se celebrará en septiembre sobre las llamadas «Metas de Desarrollo del Milenio». Y C-Fam ya avisó de que los grupos que defienden el derecho a la vida del no-nacido y los apodados pro familia fueron excluídos de estas negociaciones previas. De hecho, el embajador de EE UU ante Naciones Unidas presentó una queja formal al Presidente de la Asamblea General de este organismo, Jean Ping, porque todos los grupos admitidos a las mesas redondas militan sin sonrojos en la izquierda y se dedicaron a pronunciar discursos oficiales a favor de los derechos del lobby gay y del aborto libre.
   
Enemigo número uno. Pero, desgraciadamente, no son los únicos excluidos en los pasillos de la ONU. Hace pocos días, Sandro Magister, vaticanista del conocido semanario italiano «L'Espresso», explicaba que «los representantes permanentes de la Santa Sede en la ONU son frecuentemente tratados allí como el “enemigo número uno”». «Lo son en cuanto representantes de una religión monoteísta, y como tal, considerada como generadora de intolerancia», subraya el vaticanista. Magister subraya que la Iglesia es excluída por «oponerse a la filosofía de los “derechos reproductivos”, que es el verbo indiscutible dentro de Naciones Unidas y de la Unión Europea en todas las materias que tengan que ver con la familia y la procreación».
   La periodista Eugenia Rocella, autora del libro «Contra el Cristianismo: La ONU y la UE como nueva ideología», denuncia que «los “derechos reproductivos” se han concretado en el control de los gobiernos sobre la fertilidad femenina en una política de difusión mundial del aborto, de la contracepción y especialmente de la esterilización». En realidad, explica, «son derechos a no reproducirse».

    Para citar este texto:
"La ONU propone el aborto libre para acabar con la pobreza"
MONTFORT Associação Cultural
http://www.montfort.org.br/esp/imprensa/mundo/igreja20050714_1/
Online, 20/04/2024 às 07:15:21h